jueves, 29 de marzo de 2012

Los osos negros sanan mientras duermen


A pesar de que su temperatura corporal, su frecuencia cardíaca y su metabolismo se reducen mientras están hibernando, los osos negros son capaces de sanar y cicatrizar perfectamente sus heridas mientras están hibernando, algo que ha sorprendido al mundo científico y que abre nuevas perspectivas en los estudios sobre la cicatrización de heridas en humanos, en concreto en pacientes ancianos, desnutridos o diabéticos.

Los hallazgos han sido publicados en la revista Integrative Zoology y recogidos por la BBC, y han sido desarrollados por científicos de las universidades de Minnesota, Wyoming mediante el estudio y seguimiento de 1.000 osos negros durante 25 años. Algunos de los animales que se estudiaron presentaban heridas por arma de fuego o por flechas de cazadores, así como mordiscos de otros osos o depredadores.

Estas heridas se habían producido poco antes de comenzar el período de hibernación. Los investigadores descubrieron que meses después, tras hibernar, muchas de estas heridas se habían curado completamente sin haberlas intervenido médicamente. Así, los científicos decidieron ver qué ocurría con 14 de sus osos monitorizados durante los meses de noviembre y marzo, época en la que hibernan, y les provocaron pequeñas incisiones en la piel.

Descubrieron que la cicatrización había sido buena, que no había rastros de infección y que, incluso en la zona curada, les había vuelto a crecer el pelo. A los científicos les ha sorprendido una curación tan buena en un momento de las vidas de los osos en el que se ralentiza su sistema metabólico, su temperatura corporal puede descender hasta los 7ºC y su ritmo cardíaco desciende de manera abrumadora.

En los hombres, una temperatura corporal baja o un ritmo cardíaco lento puede dificultar la cicatrización de las heridas. Por esta razón, los investigadores consideran que estos descubrimientos podrían ayudar para desarrollar los conocimientos acerca de la curación de heridas en humanos, especialmente importante en el tratamiento para las heridas de lenta cicatrización que se producen en pacientes desnutridos, con hipotermia, diabéticos o ancianos.

viernes, 2 de marzo de 2012

El pergolero, un maestro de la seducción en las aves



En el enrevesado mundo de las artes amatorias y el cortejo de las parejas, un pájaro australiano es el más "pájaro" de todos. Es el pergolero, de la familia Ptilonorhynchidae, un maestro de la seducción, el Don Juan de las aves.
Los machos de la especie han diseñado un elaborado ritual para atraer a las hembras de la especie y conseguir aparearse con ellas mediante la recreación de una 'trampa': crean una ilusión óptica con la que las hembras se quedan perplejas.
El estudio, elaborado por Laura Kelley y John Endler, de la Universidad de Deakin (Australia), ha sido publicado en la revista Science. Los investigadores concluyen que las hembras eligen a los machos que realizan las mejores versiones de esta ilusión.
Lo primero que hacen es construir una gran estructura, como si fuera un "túnel" y parecido a una pérgola, con las ramas de los árboles con la que consiguen que las hembras se paren cuando pasan por delante.
Para captar su atención, los pergoleros reúnen una gran colección de huesos, conchas, piedras y diferentes objetos con los que forman un lecho que se conoce como gesso, un material al blanco similar al yeso. Pasan horas y horas colocándolo en la parte final del túnel, escogiendo cuidadosamente donde situar cada objeto.
Los materiales más grandes los colocan en la parte más alejada de la salida de la pérgola y los pequeños los ponen más cerca, en forma de triángulo, como si fuera una alfombra. Todo el conjunto se conoce como la "avenida" del pergolero, y aunque pueda parecer un nido, solo se usa para el cortejo.
La perspectiva forzada
Como los objetos parecen más pequeños con la distancia, consiguen crear la sensación de que son del mismo tamaño y que el área es más pequeña de lo que parece. Pero no es real, es una ilusión óptica conocida como perspectiva forzada.
La atención ya está captada. Solo queda un paso. Cautivar a las hembas. Cuando se paran a contemplar semejante espectáculo, el macho da paso al truco final. Exhibe sus tesoros -objetos brillantes, piezas de fruta, metales- y se los muestra uno a uno, esparciéndolos con el pico delante de ella.
La hembra no hace otra cosa sino contemplar el espéctaculo. Mientras, el macho, aprovecha la situación y da la vuelta para situarse detrás de la hembra y conseguir su objetivo. Aparearse.
No obstante, los investigadores señalan que no está claro porqué la ilusión está ligada al éxito del apareamiento, aunque una de las posibilidades que reflejan los autores es que los objetos brillantes captan mejor la atención de las hembras cuando el gesso está repartido de forma más uniforme.